Las falsas alarmas pueden ocurrir en cualquier sistema de seguridad, incluso en los más modernos. Lo importante no es evitarlas al 100%, sino entender por qué suceden y cómo reducirlas al mínimo. Con estos consejos prácticos, tu sistema funcionará de manera más estable y confiable.
Muchos disparos involuntarios provienen de aberturas que no cierran bien o que se mueven con el viento. Un sensor magnético necesita que la puerta o ventana esté completamente alineada.
Los sensores de movimiento son muy sensibles. Una mala ubicación puede generar disparos por corrientes de aire, reflejos fuertes de luz o el movimiento de cortinas.
Aunque existan sensores “pet friendly”, esto no garantiza que nunca se activen. Una mascota grande, un salto o un movimiento cerca del sensor puede causar una detección.
Cuando la batería está muy baja, algunos sensores pueden comportarse de manera inestable. La central suele avisar el estado de cada dispositivo.
En instalaciones muy antiguas, reformas o reubicación de sensores, puede ser necesario recalibrarlos.
Muchas falsas alarmas ocurren simplemente por error humano: entrar sin desarmar, abrir una puerta apresuradamente, o no esperar los segundos que necesita el sistema.
Las falsas alarmas no siempre indican un problema en el equipo, sino factores externos o ajustes simples. Lo importante es contar con una instalación profesional y un servicio que supervise cada componente.
Un especialista de 099 puede revisarla, recalibrar sensores o recomendar mejoras según tu propiedad.
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